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EL 80% DE TU FELICIDAD

14-02-2017
EL 80% DE TU FELICIDAD

 

Si hace unos años alguien me hubiera dicho que tenía la clave del 80% de mi felicidad, simplemente no lo hubiera creído. El 80% es mucho, muchísimo, casi una garantía de ser feliz la mayoría de nuestra vida adulta (en la que puedo aprender a controlar mis respuestas a lo que me pasa en la vida).

La cuestión es, que ya lo tenemos. Investigaciones hechas en lugares con modos de vida muy distinta, han llegado a la misma conclusión: una proporción que va desde el 75% hacía arriba de nuestra felicidad (la cifra varía en función de los estudios), viene dada por nuestras relaciones. Desde los estudios con monos de Harlow en los años 30 hasta hoy, se ha probado tanto la necesidad vital de conexión con otros seres humanos para el correcto desarrollo de las personas, cómo el impacto que las relaciones juegan en nuestra felicidad.

Ahora bien, ¿realmente dedico el 80% de mi tiempo, mi energía, mis recursos y esfuerzos en cuidar mis relaciones? ¿Invierto mi mejor momento del día o las horas en que estoy más cansado? ¿Planifico el tiempo que les voy a dedicar, las actividades que vamos a hacer juntos, de igual forma que organizo mis reuniones e informes de mi trabajo? ¿Busco que actividades nos gustan hacer juntos, busco cómo puedo sorprenderles o enseñarles algo nuevo?

Y ahora tengo una buena y una mala noticia: la mala es que la felicidad que me generen mis relaciones, solo depende de mí. Y la buena, es que solo depende de mí. Porque aunque creamos que la otra persona juega un rol decisivo, la realidad es que no es así. Yo no he nacido para querer solo a una persona o un grupo de personas. Puedo decidir qué tipo de personas quiero tener en mi vida y trabajar para tener las relaciones que quiero. Por supuesto que no puedo controlar lo que ellas hagan, pero sí que puedo poner límites a sus exigencias, dar también yo, lo que me he comprometido a regalar, al tiempo que pido perdón cuando no cumplo.

Una planificación de mis relaciones, con objetivos, hitos y planes de acción, así como revisiones regulares de la marcha de mi plan, es la mejor garantía de que voy a tener las relaciones que quiero, y por ende, garantizo que la felicidad que busco, está al alcance de mi mano, siempre que, cómo en cualquier otra faceta de mi vida, este dispuesta a pagar el precio por lograrlo. Ese precio, no es pasar por hacer lo que no quiero, ni ser quien no quiero ser, sino como en cualquier otro aspecto de mi vida, reflexionar sobre lo que quiero y poner en práctica el plan para lograrlo.

Marisa Hidalgo en CoachYa
Autor/a del post

Marisa Hidalgo

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