Optimismo, ¿se hace o se nace?

Y aquí estoy, pensando si aprovechamos la oportunidad y le damos un giro a nuestro pequeño negocio o si nos quedamos como estamos, creciendo poco a poco mientras disfrutamos ya con más tranquilidad de todo lo que hemos trabajado en esta última etapa. Y es que, a pesar de que ya han pasado dos años desde que decidí dirigir el curso de mi vida y diseñarme un trabajo a medida, es ahora que ya por fin lo tengo cuando nos llega esta oportunidad que me hace tambalear y preguntarme ¿merecerá la pena asumir el riesgo? ¿Valdrá la pena aceptar la oferta y darle ese nuevo rumbo inesperado a nuestro negocio? ¿Será ecológico ese cambio?

Lo tengo claro, hace años me hubiera plantado si o sí. Ya lo creo. Hoy no. Hoy digo aquí que cuando te pones las pilas y empiezas a liderar tu vida, cuando te comprometes contigo mismo y eres consecuente con ese compromiso, es entonces cuando comienzas a tener resultados tan positivos e insospechados que te conviertes en un gran optimista, que digo, te conviertes en un gurú del optimismo. Y es aquí para mí, donde radica una de las claves del éxito. Ahora ya puedo decir que lidero desde el optimismo mi vida y mi pequeño negocio y soy testigo día a día sin pretenderlo, de cómo lo contagio a mis clientes y colaboradores y cómo eso los convierte en nuestros mejores prescriptores.

Aceptaremos el cambio, el reto, la oferta. Y aunque los resultados no sean inmediatos, los esperaremos con optimismo poniendo el foco en las pequeñas grandes ganancias del día a día. Nos acerca a nuestro objetivo, nos lo merecemos y sabemos cómo hacerlo.

Atrás quedó mi miedo, que fue la primera causa de mis grandes fracasos.